viernes, 24 de enero de 2014

ADAPATACIÓN DEL CUENTO: "TODA CLASE DE PIELES"

Verde Esperanza


Esto que te cuento sucedió en un lugar tan lejano y hace tanto tiempo que ya casi no me acuerdo…

Hace más de mil años, cuando aun existían reyes y reinas preciosas con grandes castillos…en un reino vivían un rey y su mujer, la reina, la mujer más hermosa de todo el mundo. Tenia el cabello rubio, igual que el rey, pero lo tenía largo, largo, largo.

No se me puede olvidar contaros uno de los detalles más importantes del cuento: Todos los habitantes del reino del rey y la reina más hermosa del mundo, tenían el cabello rubio, los ojos azules y la piel blanquita, blanquita. Todos y cada uno de ellos.

Los dos se amaban mucho, eran muy educados, querían mucho al pueblo, eran organizados, siempre llegaban a tiempo, hacían las cosas con cariño y el resultado era perfecto…y llegó el momento de tener un hijo. Estaban deseosos…tenían muchas ganas, mucho amor guardado para esa criatura que nacería en nueve meses.

Nació una niña. Una niña preciosa…pero diferente. Tenía el pelo negro como el carbón, los ojos verde oscuro reflejando algo misterioso, pero precioso, no podías quitarle la mirada…y tenia la piel morena, una piel oscura y bronceada durante todos los días del año. Además tenia pecas en la cara, sobretodo apiñadas en la nariz. Era realmente asombrosa, pero diferente.

La reina, la mujer más hermosa del mundo, amaba a su hija desde lo más profundo de su corazón, pero nada más nacer murió. Pudo contemplar durante dos días esos misteriosos ojos, esas pecas que decoraban su nariz y sus mejillas, esa sonrisa traviesa, esa piel y ese pelo…pero nunca se recuperó del parto y falleció.

Esos dos días en los que la reina enfermaba cada segundo más…el rey estaba ausente. Su hija no era bella para él. Su hija era rara, extraña. Sus ojos le daban miedo, no entendía sus pecas, su pelo, su piel…además en el fondo de su corazón culpó a su hija Esperanza por la muerte de su amadísima mujer. Pero aunque el dolor no desaparece, el tiempo lo va curando, se va haciendo cada vez más pequeño. Pero recordad que en el fondo de su corazón…tenía guardada una culpa que no perdonaba.

Esperanza fue creciendo. Su pelo negro como el carbón era largo y brillante. Sus ojos brillaban, su piel adornaba todos sus movimientos y no podía parar quieta.
Esperanza era conocida por su sonrisa, por su risa a carcajadas, por sus zancadas, sus silbidos, sus saltos, su desorden, su inteligencia, su amor por los libros y por los animales. Pero sobretodo era conocida por su amor a la humanidad.

Le encantaba salir a su rincón favorito, sentarse en el césped y contemplar el atardecer todos los días mientras leía el libro que había elegido. Le encantaba comer y no se preocupaba…a ella le gustaba comer. Le apasionaba bailar por su casa, alegrando a todos los que servían en ella. Siempre bajaba a las cocinas para echar una mano a los que trabajan ahí y les llevaba flores de cada color del arco iris, todos los días.

Le gustaba estudiar y trabajar, pero todo lo hacia a su manera. Sacaba buenas notas y cada día aprendía cosas nuevas de su reino para cuando reinase y realmente lo hacia muy bien. Pero no podía estar quieta, no era ordenada u “organizada” como el rey. Siempre estaba alegre, con una sonrisa. No podía estar seria. Era creativa, soñadora y muy amiga de la libertad.

Esperanza no sabia que en la corte era algo odiada…pero lo que no podía imaginar es que su padre en el fondo de su corazón…la rechazaba. La alejaba de él por que era diferente y el no comprendía lo distinto. Se había llevado al amor de su vida…

Ella fue dándose cuenta de que su padre solo se dirigía a ella para recriminarla, pero los atardeceres, los animales, las personas y sus libros la embelesaban con su belleza. Sin embargo Esperanza en el fondo de su bonita alma…estaba triste. Cuando cumplió 18 años su padre y miembros de la corte le contaron como fue la muerte de su madre (ya que la madre se lo rogó al padre; “cuéntaselo, dile cuanto la amaba, cuando tenga edad suficiente para no culpabilizarse”) además la madre preparó un regalo para cuando Esperanza estuviese preparada, que la entregaron después de hablar con ella.

Era un libro, un libro que se llamaba “La Luna” y que guardó para siempre y leía en muchos de sus atardeceres. Hablaba de las fases de la luna y lo que representan y significan (los humanos le hemos dado ese significado) cada una de ellas . Su madre al verla la cara por primera vez, supo que lo necesitaría.

Esperanza empezó a unir hilos en su mente y comprendió entonces que su padre no la perdonaba por la muerte de su madre y comenzó a verse distinta al resto. Se miró al espejo y observó su cara, sus pecas, su piel, su pelo y también se analizó por dentro; “mi alegría, mi desorden…”

Ella nunca se casaría, nunca haría feliz a su padre. Quería estudiar algo que le ensañase como son los hombres y las mujeres, como pensamos, como evolucionamos…su gran amor a la humanidad. Pero no quería estudiar protocolo.

Empezó a ponerse cada día más triste. Era distinta y ella no podía cambiarlo. Jamás podría hacer feliz a su padre, a la persona que más quería. Además ella no quería hacer daño a su madre, ella sabia que no mató a su madre. Pero era joven y estaba sola y no tenia a  nadie que le recordase lo especial que era…

Así que un día, pensó que estaba defraudando a su madre. Su madre la llamó “Esperanza” y no podía haber alguien que se llamase “Esperanza”, triste, perdiéndose atardeceres, dejando de hablar con las personas, sin leer…así que decidió irse, irse lejos de su padre, cuyo odio le iba consumiendo poco a poco y sabía (por sus libros) que cuanto más cerca estás del odio antes te consume a ti también.

Antes de irse pidió por su cumpleaños 3 regalos a su padre: Tinte de pelo (para teñirse de rubio su pelo negro carbón), maquillaje claro (para pintarse la piel y tornarla más clara) y unas lentillas azules. Con el fin de no destacar y poder vivir sin miradas ajenas.

Se fue al bosque. Al bosque más grande, hermoso y peligroso de todos los reinos y decidió llevarse sus libros, su manta y sus lentillas para poder contemplar todos los atardeceres.

Esperanza seguía triste porque había rechazado la compañía humana y ella amaba la humanidad. Pero no podía ser infeliz para siempre solo por ser morena, tener pecas y los ojos verdes, así que tuvo que rechazar lo que más quería.
Ella amaba profundamente a su padre y el dolor de éste se convirtió en el suyo.

Quería estudiar lo que él quería, ser buena reina, casarse y tener hijos rubios que no sufrieran como ella. Quería hacer feliz a las personas que la rodeaban…es lo que todo el mundo quiere, pensaba en voz baja.

Se preguntaba por qué era distinta al resto, pero cuando miraba el atardecer se sentía igual a todo el mundo. Pensaba “todo el mundo ve el mismo atardecer, el mismo sol, todos los atardeceres son distintos y no por eso las personas dejan de admirarlos…me encantaría ser un atardecer”. El tinte, el maquillaje, y las lentillas...se fueron cayendo y todo cobró su naturalidad, sin ella darse cuenta.

Esa misma noche, después de sonreír y pensar “la vida es hermosa, sufra o pase lo que sea”, alguien la vio. La cogió y se quedo dormida.
Cuando despertó se encontraba en un palacio hermoso. Un palacio cálido, bonito. Esperanza se incorporó rápidamente y comenzó a mirar a su alrededor y algo la sorprendió. No entendía nada.

Personas, personas como ella. Morenas, de piel oscura. Pero también veía pelos rubios y pieles blancas. “¿Qué es esto?” pensó.
Todo el mundo la miraba, la miraban a los ojos y ella solo quería irse, se acercaba su atardecer, su gran amigo.

Y sin dudarlo preguntó:

-       Perdón, no sé que hago aquí, pero podrían llevarme a alguna parte del palacio o sus jardines para que puedan ver el atardecer. No me gusta perderme ninguno.

Todos se miraron y hubo una voz, una voz masculina que contestó:

-       Acompáñame, verás el atardecer desde la parte más alta del castillo.

Esperanza pudo ver el atardecer un día más y…comenzaron las preguntas y las correspondientes respuestas. El príncipe de ese reino tenía el pelo negro, la piel blanca y los ojos oscuros y explicó con asombro a Esperanza que no era algo anormal. En su reino había personas que tenían también el pelo de color naranja. Ella estaba emocionada, quería llevar al príncipe a la corte de su padre para que éste pudiese aceptarla, pero esperó.

El príncipe en una de sus conversaciones después de contemplar juntos una vez más el sol yéndose…le dijo que en su reino la diferencia era normal y ni si quiera se consideraba diferencia, pero había algo que no era normal. Que no habían visto nunca y que todos se preguntaban, admiraban y sorprendían.

Los ojos de Esperanza eran verdes. Verdes brillantes. Eran distintos al resto. Su mirada te inspiraba, si eras cobarde te hacían sentir valiente, si eras triste y apagado…te hacían sentir vivo y alegre. Si eras malo, te hacían sentir bueno.

Ella nunca se había mirado los ojos. Su piel, su pelo, sus pecas…¿pero sus ojos? Nunca se había fijado en que eran diferentes. Esperanza le explicó que puede que sus ojos brillasen tanto por los atardeceres, por los libros y por las personas o a lo mejor brillaban por su nombre, por su esperanza. No lo sabía, pero no los consideraba diferentes al resto.

Es aquí cuando decidió llevarse al príncipe a su reino para poder hacer ver a su padre que había personas felices, distintas entre sí. Esperanza quería llevar…esperanza y felicidad a su reino y sobretodo a su padre.

Cuando llegaron al palacio de su padre, ella habló, habló, habló y habló…y todos escuchaban. Explicó la variedad del otro reino, que existían personas como ella y todos vivían juntos. A su padre le pidió perdón por todo el daño causado y le dijo que le amaba…

Su padre guardó silenció y cuando Esperanza calló, él contestó:

-       Sólo harás feliz a tu padre, si ese príncipe y tú os casáis, vuelves a empezar tus estudios de princesa y te tiñes el pelo de rubio para poder reinar tu reino sin llamar la atención de los que no entienden esta locura. (Esa locura era ella).

Antes de contestar a su padre se fue una vez más a ver el amanecer y sonrío. Sonrío y pensó “el atardecer es feliz sin pretender hacer feliz a los demás. El, el sol, se pone y se va todos los días y lo hace lo mejor que sabe y puede. Quien quiere verlo lo ve y quien no quiere mirarlo, no lo ve. Él no se enfada, solo sonríe y lo hace todos los días”.

Así que Esperanza fue al palacio, besó a su padre y le dijo:

-       Si no me valoras y no me quieres, que sepas que yo a ti te valoro y te quiero por encima de mi misma. Si me culpas y me apartas, que sepas que yo te adoro y siempre he pensado en ti. Si no me quieres por que soy diferente lo entiendo, porque eres rey y debes conservar el orden. Si el orden está antes para ti que tu hija, lo entiendo porque tu mujer se fue nada más nacer yo.Pero Papá, yo tengo algo que tenemos todos pero no recordamos…tengo Libertad, así que me voy. Me voy para siempre. Te quiero.

Es así como Esperanza se fue al bosque. No quiso teñirse, ni ocultar sus ojos o su piel. No quiso casarse, porque no amaba a nadie. Puede que a los 24 encontrase al amor de su vida, puede que a los 28 o puede que a los 40 o….¿Sabéis qué? Puede que no lo encontrase nunca.

Pero ella leía, estudiaba, contemplaba el atardecer todos los días…tenía amigos, amigos humanos, que ella quería con locura, se lo pasaba bien, reía, bailaba y ayudaba a los demás a ser felices. Ponía esperanza en todo lo que miraba.

Esperanza ya sabia que existían personas como ella y eso le hacia feliz o al menos…estaba más tranquila.

Todas las noches derramaba una lagrima por su padre al contemplar la luna y luego sonreía. Porque en la Luna veía a su madre, gracias al Sol que se encargaba de iluminarla todas las noches.

Por lo que me han contado Esperanza se casó, se casó algo tarde…pero tuvo cuatro hijos, ¡Ah no! fueron cinco: Libertad (con el pelo rubio y largo), Mateo (con el pelo negro azabache y los ojos azules), Verónica (con el pelo amarillo y negro), Lucas (con el pelo blanco) y Alegría (con el pelo naranja).

Nunca, nunca, nunca dejo de ver un solo atardecer.


Siempre, siempre, siempre fue feliz.


Y...aunque testigo yo no he sido, así me lo han referido.





ADAPTACIÓN

Considero que he respetado el esqueleto del cuento original “Toda clase de pieles”

-       Hija de un Rey. Madre muere en la infancia.
-       Su madre le da un regalo.
-       La hija crece y decide irse.
-       Pasa un tiempo sola.
-       La recogen y se va a otro palacio.
-       Descubre y haya “cosas” en el palacio.
-       Vuelve a su casa
-       Es feliz.

¿Qué es lo que he cambiado?

-       El padre no quiere casarse con su hija. La rechaza y la culpa.
-       Su madre le regala un libro (no una pulsera con amuletos, como en el cuento original)
-       La hija decide irse porque no la aceptan, se ahoga en el palacio de su padre.
-       Pasa tiempo sola en el bosque.
-       La cogen, pero NO la capturan.
-       Descubre “cosas” en el palacio: pero no descubre el amor de su vida (Que sería el príncipe, como en el cuento original), sino que descubre que hay personas como ella y que la diferencia convive.
-       Vuelve a su casa. Pero vuelve para irse. Su padre siempre será un infeliz y ella decide no serlo con él y se va.
-       Es feliz. Pero no es feliz por casarse, como en la historia original. Sino que es feliz por que ella decide serlo.

Creo que el esqueleto se conserva, aunque la historia es distinta. La muerte, la figura del padre, el regalo, la huida, la soledad, otro palacio y ser feliz para siempre, es igual en ambas historias.

EDAD APROPIADA PARA CONTAR EL CUENTO:

Ana, considero que para que el cuento se entienda, se valore y de juego en las actividades de después: debate a cerca del final, de los acontecimientos, de lo que más les ha llamado la atención, qué final alternativo harían ellos, cosas y aspectos que no llegan a entender bien…tiene que estar dirigido a niños de 9-10 años (prácticamente para el ultimo ciclo de primaria). Creo que es donde podemos exprimirlo al máximo y que sean ellos los que hablen. Porque pongo la mano en el fuego y no me quemo, que lo que entenderán, no es lo mismo que lo que yo he pensando para ellos. Siempre pasa y es tan genial, tan estupendo y tan emocionante…


Me ha gustado mucho. Ana, creí que no era valiente para realizar esta actividad. Me la he dejado para el final porque no sabia por donde cogerla, de verdad me daba miedo. Y…estoy realmente encantada, que alegría. Hazlo mucho Ana, ellos agradecen de una forma u otra todo lo que trabajas o piensas solo y exclusivamente para ellos.





Esta foto es del último atardecer del 2013 desde Cádiz, me parece que si lo miras bien, el cuento se entiende mejor.

Los cambios que he realizado, tienen una finalidad. Y el objetivo es: pensar.
No pretendo enseñar nada con la adaptación del cuento. Quiero que los que piensen o enseñen sean los que escuchen este cuento.

Algunos lo verán difícil, otros no le verán sentido. Pero considero que les infravaloramos. Los niños piensan e interpretan más de lo que creemos y creo que a veces debemos salir de: las bodas felices, los cuentos de animalitos parlanchines, los padres malos, los amuletos y los amores imposibles.

Hay que contarles mas cuentos de belleza, de lucha, de perdón y admiración, pero siendo ellos quienes descubran que hay detrás de cada historia o simplemente disfruten leyéndola o escuchándola. Contarles cuentos abiertos a su propia imaginación, que no estén tan pautados, que se imaginen como ellos quieran lo que cuentas.

Me encantaría haber contado este cuento en las practicas y poder escribir cual fue su reacción, su final alternativo, lo que no entendieron, lo que les llamo la atención, con que se sintieron identificados y con que no…que ganas tengo de contarlo y que ganas de observar todo eso.

Darme cuenta de si realmente me confundí al adaptarlo o acerté…


Yo me sentí infravalorada toda mi infancia en la escuela, sentía que me trataban como una niña tonta. Que ganas de poder poner en practica todo lo que aprendo, que ganas Irune y que ganas Ana.

3 comentarios:

  1. Anita :) Creo que tu adaptación está bien pero que no respeta del todo el esqueleto inicial de "toda clase de pieles"
    En el cuento que nos contó Irune, la princesa pide regalos difíciles de conseguir para retrasar el momento de cumplir con la imposición que le pone su padre de casarse con ella, y al irse se lleva estos tres objetos que luego utiliza para que el príncipe la conozca y sepa quién es, además una vez en su nuevo hogar, no revela su identidad sino que oculta su personalidad y adopta otra, usando más tarde esto para conseguir el amor del príncipe.
    Creo que estas cosas faltan en tu adaptación, pero aún así repito que me gusta mucho y me parece muy original.

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  2. ¡Qué acertada eres siempre! Y como me gustan estos comentarios jajajaja
    Llevas toda la razón, he realizado (en este entrada misma, ahora mismo) los cambios que me has señalado, porque no me había dando cuenta y es verdad.
    Espero que el cuento original esté ahora más respetado (su esqueleto).
    Gracias Sandris! Un beso guapa.

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  3. El cuento es espectacular y la edad es adecuada. Te has saltado algunos de los elementos del cuento original (no por el final, que no es imprescindible que acabe en boda) y Propp te daría un par de collejas porque es una inspiración, no una adaptación.

    PD: Escribes muy bien pero recuerda que "sobre todo" es separado.

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